Historias Post Confinamiento

Sólo puedo decir mil gracias por vuestras historias, por regalarme algo tan íntimo y por dejarme crear este relato y compartirlo con el resto del mundo.Espero que os guste y lo disfrutéis tanto como he disfrutado yo creándolo. Ha sido un inmenso pla…

Sólo puedo decir mil gracias por vuestras historias, por regalarme algo tan íntimo y por dejarme crear este relato y compartirlo con el resto del mundo.

Espero que os guste y lo disfrutéis tanto como he disfrutado yo creándolo. Ha sido un inmenso placer, leeros e imaginaros con cada palabra escrita. Me habéis emocionado y vuestras historias me han parecido admirables.

Gracias de nuevo,

Irene♡

En ese preciso momento, el mundo decidió pararse.

Los abrazos tendrían que esperar meses en llegar. 

Estaba sola, sola de verdad. No tenía a nadie más que a mí misma para salir adelante.

Fue la vida quien tomó la decisión por mí, una decisión que vino en el momento más oportuno.

Para muchos, el aislamiento social ha sido vivido como un castigo, y en general, algo angustioso y doloroso. A mí, sin embargo, me ha salvado la vida, obligándome a recordar algo tan necesario, tan vital y que tan olvidado tenía.

Era muy consciente de la decisión que debía tomar, por mi integridad física y mental, a pesar de la inseparable amistad que había forjado con mi ansiedad y mi estrés

Solía ser una persona a la que le encantaba planear actividades y llenar cada minuto de su tiempo libre y me veía incapaz de tomar la decisión de, sencillamente, frenar, parar, respirar. 

El hecho de tener que parar en seco hizo que toda esa gran cantidad de energía que invertía en planificar tuviera que dirigirse hacia otra parte. 

Confinados en casa, sin contacto físico con nadie, sin poder hacer nuestras rutinas diarias que tanto habíamos interiorizado de manera inconsciente y a las que habíamos dejado de prestar atención y dejado de valorar, empecé a conocerme a mí misma como nunca me había permitido hacerlo. Empecé a dedicarme tiempo. Era lo que más tenía en ese momento, quizá lo único.

El aislamiento me sirvió para descubrir muchas cosas. Me ha recordado lo importante que es respirar. Parar y respirar.

Me sorprendí atravesando las pantallas y llegando a los corazones de las personas con conversaciones que nunca habían ni rozado ese grado de profundidad. 

Juntos lloramos, reímos, nos lanzamos besos y “te quieros” sin filtros. 

Bailé temas a todo volumen, por desgracia para mis vecinos, descalza como si nadie me viera.  

Pude empezar a respirar y disfrutar de todo lo bueno que ofrecía el confinamiento.

YOGAYMEDITACION

El yoga me llevó a la meditación, la meditación al mindfulness, el mindfulness al minimalismo, el minimalismo al consumo sostenible y así sucesivamente con otras temáticas.

Fue a partir de entonces cuando se desencadenó toda una serie de descubrimientos que me han llevado al punto donde estoy ahora.

Introducirme en un mundo de manualidades y creatividad infinita que me hicieron sentir bien y conectar con mi paz interior (pinté, escribí, dibujé…).

Reconocí lo valiosa que soy para muchas personas, el impacto que tienen mis actos por pequeños que sean y como una buena actitud se contagia y permite llegar a donde crees que es imposible. 

Derribé muros altísimos con mucho sufrimiento y dolor, pero avancé siempre

No me quedé parada a pesar de que algunos días tuve que arrastrarme, vivir sin aliento y sentir el dolor hasta en el alma.

Me recordaba a mí misma que la esperanza es lo último que se pierde y la toalla es lo último que se tira. La iba a necesitar en más de una ocasión para secar mis lágrimas.

Estuve en silencio conmigo misma. Sin otra cosa que hacer que escucharme. 

Y no sé si cambié o renació una persona que ya existía pero que vivía tapada por una máscara o mi propio ego. Y con mi transformación también lo hizo mi escala de prioridades y valores.

Escribía sobre todos los valores de mí misma que quería potenciar y describí cómo me gustaría ser en un supuesto futuro.

En este tiempo de confinamiento he desaprendido y re-aprendido.

IMG_6057.JPG

En este tiempo me he priorizado. Me he querido más y mejor. Además me ha ayudado a creer en mí misma y en todas las fortalezas que tengo y que seguro me quedan por descubrir. Saber que nuestra esencia está dentro de nosotros y no fuera.

Reconocer que el aburrimiento es necesario.

Descubrir que sola me valgo para vivir y que existen personas maravillosas que hacen de este mundo un lugar mejor, con las que quiero forjar conexiones de calidad.

Con todo esto he aprendido y sigo aprendiendo, que la vida frenética que llevaba antes hacía que no dedicara el tiempo suficiente a mí misma, a observar qué valores estaban guiado mis acciones y mi día a día.

He descubierto nuevos hábitos que me ayudan a llevar una vida más productiva y pausada.

He podido darme cuenta de la necesidad de parar y escuchar. Y si tú no lo haces por ti mismo, quizá el mundo decida pararse, como ya lo ha hecho, para darte esa oportunidad que tú mismo no has sabido darte, y me siento profundamente agradecida por ello.

Pero sobre todo, he disfrutado del silencio, de la desaceleración y de la plena consciencia en el aquí y el ahora. 

HISTORIAS