La prisa por vivir

Tras dos largos años de vivir la experiencia de una pandemia, percibo, de forma más evidente que antes, que tenemos prisa por vivir.

En estos tiempos que queremos llegar a todo, donde vamos corriendo a todas partes, donde premiamos el estar muy ocupados e incluso el estrés es un medidor de éxito, la paciencia y la espera, son cualidades que no valoramos demasiado.

La prisa, es vivir apresurados, querer hacer una cosa o mil cosas antes de tiempo o de lo previsto; nos anticipamos, no podemos esperar, lo queremos todo para YA. Esta manera acelerada de vivir es un serio limitador para nuestra paz interior y trae consecuencias para nuestra salud física y mental.

Es posible vivir de este modo a cualquier edad, aunque es más frecuente en el caso de los adolescentes y jóvenes.

“Que la prisa por hacer no nos impida ser".

-Nietzsche-


La "prisa por vivir" es, hoy, una nueva epidemia. El ansia de llegar cuanto antes a un “estatus” a una meta, a un sueño o simplemente a un “debería” suele generarnos una agitación y una inquietud que muchas veces acaba convirtiéndose en trastornos de ansiedad.

Es ciertamente preocupante por las prontas y poco beneficiosas consecuencias que este modo de vivir nos va a traer, pero parece no importarnos. Lo sabemos, sí, tenemos información suficiente, pero aún así, no dejamos arrastrar por esta nueva forma de vivir, que de vivir tiene bien poco.

Si vivimos en el modo “prisa por vivir" creemos que encontraremos la felicidad en la inmediatez.

Vivimos para el disfrute instantáneo; nos precipitamos a lo efímero, a lo superficial, nos convencemos por lo pasajero, no dejando que la vida tenga su historia y su argumento.

Vivimos prisioneros del instantaneismo hedonista, exigiendo más y más al futuro. Y como el futuro no existe, nos frustramos tratando de encontrar respuestas y sentido.

Necesitamos trabajar la paciencia y la tolerancia, ya que la paciencia nos permite sostener y transitar las molestas e inevitables situaciones que van ocurriendo en la vida.

Nos iría mejor y sufriremos menos si recordamos y damos valorar la importancia de la espera, saber que el día que plantamos la semilla, no es el día que recogemos el fruto, confiar en que compensa esperar; también que la impaciencia no logra acelerar el ritmo de la vida, como bien nos dice el refrán “no por mucho madrugar amanece más temprano”.

El arte de ir lento.

Por eso hoy en día podemos decir que ir despacio es todo un arte, el arte de ir lento. A fuego lento, saboreando cada momento, cada minuto, cada segundo, aquí y ahora se convierte en todo un privilegio y quienes lo consiguen, les consideramos afortunados; pero no es así como tendríamos que vivirlo, ya que somos nosotros mismos, los que atribuimos el éxito a la productividad, al estar siempre activos haciendo mil “quehaceres” para no parar, sin ser conscientes. Y, sinceramente, no creo necesitemos otra pandemia para aprender a parar

Para mi éxito no se parece a nada de todo eso, significa hacer lo que tu quieras hacer, en cada momento, un estado mental, sentir que puedo elegir. ⁠Éxito para mí no es tener nada concreto, sino hacer y disfrutar de las cosas de manera consciente.⁠⁠Vivir mi presente con actitud y agradecimiento, eso es el éxito y triunfo para mí.⁠⁠

Aprendamos a disfrutar de nuestra propia compañía de ese “yo” que desconocemos y descuidamos, y ya no tendremos la necesidad de huir de nosotros mismos. Pero en un mundo lleno de distracciones, esto nos supone un enorme reto y conseguirlo es todo un éxito.

¿Qué significa para ti el éxito?

Irene

La prisa es universal porque todo el mundo está huyendo de sí mismo.
— Nietzsche
Irene Ferreras Fernandez