Cómo aceptar "La Nueva Normalidad"

Estos días no dejo de escuchar este confuso concepto de “La Nueva Normalidad”.

He de confesar que, personalmente y profesionalmente, me genera cierta contrariedad y ofuscación.

Veo en mi sector como se empiezan a crear y ofrecer pautas para gestionar la desescalada, la vuelta a normalidad, la vuelta a la nueva realidad, como si pudiésemos ofrecer como expertos tal conocimiento cuando, en mi opinión, nos encontramos ante un fenómeno desconocido que no hemos vivido con anterioridad. 

Es cierto que, como humanos, nos hemos entrenado y sobrevivido a acontecimientos similares, con mayor o menor éxito, pero estoy segura de que las personas que nos encontramos actualmente ante esta situación, no hemos experimentado nada parecido hasta el momento.

Tal vez, sí podemos generalizar en cómo afrontar el estrés, la ansiedad, el miedo y un gran abanico de emociones muy compartidas por muchos en estos tiempos, pero de ahí a ofrecer manuales específicos de cómo superar con éxito la desescalada o afrontar la nueva normalidad, me parece poco adecuado. Considero que este tipo de pautas pueden generar unas expectativas poco realistas en las personas, además de generar presión añadida por el hecho de tener que “superar algo de manera exitosa”, lo cual promueve a que sí o sí, tienes que llevarlo y afrontarlo bien… Pero ¿Y si no es así? ¿Y si ése no es precisamente nuestro caso?

Es muy probable, que esta nueva fase te genere dudas, angustia, malestar y no te sientas preparado para afrontar esta incipiente realidad. O, tal vez no sea así y, por el contrario, no sientas angustia, ni malestar. Tal vez te sientes bien, con ganas e ilusión por volver a retomar tus actividades y encontrarte con personas importantes para ti. Sea como sea, lo que sientas y experimentes, debes saber que será mucho más beneficioso para ti, cuando hagas espacio a ese pensamiento o emoción, lo sostengas con amabilidad, lo aceptes y no lo rechaces, ni lo invalides. 

Siendo sincera, ante tanta incertidumbre vivida (y la que queda por llegar), aún siendo psicóloga y disponer de herramientas y conocimientos sobre gestión emocional, no puedo hacer una valoración objetiva de cómo va a ser el afrontar esta nueva realidad

No considero apropiado generalizar mis conocimientos previos sobre conductas humanas, a algo que no he vivido antes y que, por tanto, por muchos supuestos e hipótesis que podamos hacer, va a ser difícil acercarnos a generar pautas específicas de afrontamiento.

A pesar de todo esto, reconozco que los psicólogos tenemos un papel importante en estos momentos y nuestro trabajo hoy ha de centrarse en ayudar a: 

  • Reforzar los intentos que están haciendo las personas por afrontar lo que les sucede, por encontrar soluciones y por querer dejar de sufrir. 

  • Priorizar en la capacidad de adaptación flexible que la mayoría tenemos, ya sea utilizando recursos propios, o aprendiendo otros que nos faciliten los cambios. 

  • Acompañar para que la personas se reorganicen en sus vidas y en lo que es importante para cada uno. 

  • Poder normalizar las emociones, puesto que todas tienen su utilidad y ninguna debe considerarse inadecuada.

  • Potenciar el explorar y descubrir los recursos personales y emocionales de cada persona y que les han podido ayudar en otras situaciones difíciles o problemáticas.

La aceptación es, por tanto, la habilidad de entrenar la mente para así prevenir desajustes, y promover la salud psicológica, siendo la clave en la adaptación a posibles nuevas circunstancias. 

Esta habilidad puede aprenderse y entrenarse en sesiones terapéuticas de una forma simple y en poco tiempo. La clave es ser consciente y contactar con lo que se siente y con los pensamientos de forma abierta y predispuesta y evolucionar en la vida con acciones valiosas, practicando día a día hábitos que permitan vivir en línea con los propósitos y metas vitales. Hoy, más que nunca, significa ser consciente de las reacciones que el cambio dispondrá, dándonos permiso para observarlas y experimentarlas con apertura, curiosidad y amabilidad. 

Es por esto, que mi mayor recomendación, tanto para este reciente contexto, como para todo lo que podamos experimentar a lo largo de nuestra vida, es la observación y la indagación de cuáles son esos pensamientos y esas emociones que aparecen, además de respetar (al máximo) nuestro sistema nervioso, y las funciones para las que está programado.  

Y, desde ese lugar, desde esa perspectiva, poder elegir y tomar decisiones coherentes con nuestros valores personales.

Es posible que a lo largo de estos meses, hayas cuestionado y/o revisado tus valores y, tal vez, hayas profundizado en ellos y hayas podido poner como prioritario lo que es importante para ti.

De no ser así, te invito a aprovechar este momento como una oportunidad para explorar y reconocer cuáles son tus valores personales, para que así, de aquí en adelante, te enfrentes a los que te enfrentes, tengas un foco que te oriente y alumbre en momentos de incertidumbre por lo desconocido y por lo que todavía esté por llegar.

Irene Ferreras Fernandez