Aprender a soltar

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Solemos pensar que desapegarse solo va asociado a la pérdida, una experiencia que, además, vivimos de una manera muy angustiosa. Pero desapegarse, en realidad, tiene un significado mucho más amplio. Aprender a soltar, a dejar ir, a abrir la mano, dejando partir aquello que ya no puede permanecer, libera en nuestro interior un espacio que podremos airear y por el cual se podrá filtrar la luz.

Desapegarse no es solo perder. Desapegarse es también ganar.

Cuando soltamos, dejamos de luchar y somos capaces de aceptar la impermanencia de las cosas, y de vivir las experiencias en su esencia, y no en base a situaciones pasadas ni a expectativas de lo que podría ocurrir.

Saber soltar es un arte que se aprende soltando..., y que, como todo proceso, aunque al principio puede resultar difícil (e incluso doloroso), a medida que se avanza, el camino se vuelve más fácil de transitar.

No siempre estamos preparados para desprendernos de determinados aspectos, personas y cosas que hasta no hace mucho, nos eran significativas.⁠⠀
Nuestra cerebro se resiste al cambio. Así, el simple hecho de iniciar nuevas etapas y actividades, dejando ciertos entornos y costumbres a un lado, es a menudo para nuestro cerebro como un proceso tan complejo como amenazante.⁠⠀

Estamos habituados a lo previsible, a la zona de confort donde todo es "seguro".

Sin embargo, con el cambio se promueve el progreso y el desarrollo humano, de ahí que sea necesario aprender a soltar, desprendernos y a dejar ir.⁠⠀


¿Cómo puedes aprender a soltar?

  • Permitirse sentir el dolor. Admitir que aquello que queremos soltar duele nos va a permitir transitar esa emoción, dejarla estar en nosotros para que pueda hacer su función y continuar, así, su camino. Porque la tristeza es como un río, que sin que nadie lo dirija, sabe llegar al mar.

  • Hacer algún ritual. Comunicar todo aquello que llevamos en nuestro interior nos puede ayudar a cerrar el ciclo y permitir dar comienzo a todo lo nuevo que está por llegar. La expresión de lo que sentimos puede llevarse a cabo de muchas maneras: escribiendo una carta, dibujando, pintando… Y es esencial hacerlo con consciencia plena y dejando que el dolor nos acompañe durante la actividad que escojamos.

  • Vivir el duelo. Es inevitable que la pérdida de algo significativo para nosotros nos entristezca, pero eso no impide que podamos elaborarla de una manera consciente y sana para nosotros. De hecho, negar la pérdida nos va a conectar con una gran incoherencia y nos va a absorber una cantidad de energía importante. Elaborar el duelo es uno de los procesos más transformadores que podemos experimentar y, aunque suene paradójico, conectar con la muerte nos va a permitir conectar también con la vida, porque detrás de un duelo vivido se esconde un renacer.

  • Agradecer. A veces, soltar no es necesariamente un adiós, sino más bien un gracias por todo lo aprendido. Es dejar ir lo que ya no se sostiene por sí mismo para permitirnos ser más libres y auténticos, y recibir así lo que tenga que llegar.

  • Vivir en el aquí y el ahora. Vivir mirando al pasado es vivir de espaldas a la vida y, desde esa perspectiva, es más difícil que las cosas nos vengan de cara y nos podamos abrir a nuevas posibilidades. Lo único que tenemos realmente es el presente, y los únicos que podemos decidir qué hay en él somos nosotros.


Dejar ir es un acto que todos podemos realizar y que conlleva muchas ventajas, entre ellas, aligerar el peso de nuestra mochila vital. Lo importante es estar dispuestos a viajar ligeros de equipaje para que nos sea más fácil adaptarnos al camino de la vida.

La vida es un eterno dejar ir, porque solo con las manos vacías seremos capaces de recibir.

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Irene Ferreras Fernandez