Ansiedad y Depresión ¿Son lo mismo?

La ansiedad y la depresión son dos afectaciones emocionales complejas que, aunque son distintas, presentan ciertas similitudes que pueden ocasionar confusión al intentar distinguirlas. Ojo, porque no estamos hablando del trastorno de ansiedad y de la depresión, sino de la ansiedad, a secas, y de la depresión (o trastorno depresivo). Es la primera diferencia que hay que tener en cuenta.

En este espacio, quiero hablaros de la ansiedad como una sensación, la cual puede convertirse en problemática y disfuncional si se vuelve desmesurada, se presenta repetidamente y/o se prolonga en el tiempo, y llegados a este punto sí que puede convertirse en un trastorno.

Podemos definir la ansiedad como una sensación que genera que nuestro sistema de alerta se active al detectar un peligro, ya sea real o imaginario. Cuando este sistema se enciende, se genera una activación intensa del organismo, la cual promueve que se pongan en marcha conductas como el escape, la evitación o la lucha contra ese peligro.


En nuestra sociedad, estamos muy acostumbrados a percibir la ansiedad como algo “malo”, algo negativo que tenemos que eliminar y controlar ¿Por qué? porque nos genera sensaciones corporales desagradables (palpitaciones, sudoración, opresión, náuseas, respiración entrecortada… entre muchas otras), pero lo que poca gente sabe es que, si tenemos en mente su función, la de protegernos ante posibles peligros, podemos llegar a comprender que lo que verdaderamente quiere la ansiedad es avisarnos de esa amenaza, a pesar de que su forma de hacerlo sea a través de sensaciones desagradables.

¿Creéis que reaccionaríamos a esa amenaza si en lugar de sentir malestar sintiéramos bienestar? Probablemente no, nos quedaríamos tan a gustito, sin reaccionar. Es la manera que tiene nuestro cuerpo de comunicarse con nosotros, a través del malestar, la incomodidad, el dolor.

La ansiedad, aunque pueda generarnos malestar, no es ni buena, ni mala. Es, sencillamente, una sensación más, y su función es protegernos.

La depresión, sin embargo, sí es un trastorno grave del estado de ánimo que afecta tanto física como mentalmente a nuestro modo de sentir y pensar, influyendo inexorablemente en la conducta y así en las acciones que realiza la persona.

Se caracteriza, entre otros síntomas por un estado de ánimo deprimido y/o una pérdida de interés y de placer, a ambos mantenidos en el tiempo. Cabe destacar una fuerte desesperanza hacia el futuro, y una falta de actividad, llevando a la persona a quedar muy limitada y en mucha ocasiones apenas manteniendo sus obligaciones diarias.

Sentirse desanimado o triste es normal, para todos, pero si esto perdura en el tiempo con una intensidad notable este estado de ánimo puede convertirse en un problema, muy limitante para la persona y por tanto, habrá que tratarlo.

Un factor a tener en cuenta es que, la ansiedad, puede presentarse como un síntoma de la depresión, es decir, podemos tener un trastorno del estado de ánimo (como la depresión) y sentir también ansiedad. Esto ocurre cuando durante un trastorno depresivo nos sentimos nerviosos o tensos, más inquietos de lo normal, tenemos dificultades para concentrarnos debido a las preocupaciones, sentimos miedo a que pueda suceder algo terrible o a perder el control de nosotros mismos.

La ansiedad puede presentarse como un síntoma de la depresión, pero no son lo mismo.

Y, de hecho, como ocurre con la depresión, si la ansiedad es mantenida en el tiempo y no se regula correctamente, puede generarse un trastorno de ansiedad, donde se vivirá esta emoción de forma desmesurada, intensa y prolongada, generando además a la persona diversas limitaciones en su vida cotidiana.

Las estadísticas sugieren que en un 70% de los trastornos depresivos se siente ansiedad, y que, un porcentaje todavía mayor de personas que sufren trastornos de ansiedad, terminan por presentar también sintomatología depresiva.

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